Cuando alquilas una propiedad estás estableciendo un acuerdo, normalmente, por contrato escrito, por el que estás cediendo a otra persona un bien inmueble que te pertenece durante un periodo de tiempo determinado a cambio de una determinada cantidad de dinero mensual. Gracias a ello, el arrendador puede obtener beneficios económicos recurrentes mes a mes aprovechando una propiedad a la que no le suele dar ningún tipo de uso.
Ahora bien, es cierto que, aunque, en un primer momento puede parecer un plan perfecto, alquilar un bien inmueble puede generar problemas y muchos dolores de cabeza a los propietarios, especialmente si el inquilino es una persona problemática o está pasando, en el plano económico, por una situación delicada.
Por este motivo, existen distintos tipos de contratos de alquiler, el temporal y el de larga duración. Ninguno de los dos es mejor o peor que el otro, sino que presentan ventajas e inconvenientes que pueden beneficiarte o perjudicarte dependiendo de las circunstancias y de cuáles sean tus intereses. Por este motivo, los especialistas de Sociedad Española de Alquiler Garantizado (SEAG) nos van a explicar cuáles son los beneficios y las desventajas de ambos tipos de arrendamiento.
¿Qué es un contrato de alquiler temporal?
Lo primero que debemos indicar antes de explicar los arrendamientos siempre son temporales, incluso los que se consideran como “de larga duración”, aunque se diferencian en que unos duran algunos meses y otros se extienden durante años. En este sentido, el contrato de alquiler temporal es un acuerdo entre el arrendador y el arrendatario por el cual se cede una propiedad para uso personal o para el desempeño de una actividad económica durante unos meses o una temporada determianda.
Características y beneficios de un contrato de alquiler temporal
Entre las características de este tipo de contrato de alquiler temporal es que el precio de las mensualidades suele ser más elevado que en el de larga duración. De hecho, se considera que, de media, pueden ser un 30% más elevados, por lo que son ideales para aquellos propietarios que quieren sacar un beneficio inmediato de su inmueble.
Del mismo modo, otro de los beneficios de los alquileres temporales es que el propietario sabe con certeza cuánto tiempo va a permanecer el inquilino en el inmueble. Gracias a ello, estos pueden saber cuándo dispondrán su propiedad, especialmente, en caso de tener que utilizarla, por ejemplo, durante las vacaciones de verano, si se trata de un apartamento en la playa, etc. Asimismo, también tiene la desventaja de que el arrendador debe buscar inquilinos cada temporada para poder seguir sacando rentabilidad económica a su propiedad.
¿Qué es el alquiler de larga duración?
Un contrato de alquiler de larga duración, por su parte, es un acuerdo que se realiza entre un propietario y un inquilino en el que el primero cede al segundo un bien inmueble para que pueda disponer de él libremente para vivir o para desarrollar una actividad económica determinada. Sin embargo, en este caso, la duración, según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), se establece en los cinco años para personas físicas y siete para personas jurídicas para que sean considerados como tales.
Características y ventajas de los alquileres de larga duración
Los contratos de alquiler de larga duración, por supuesto, aunque tienen algunas desventajas, también tienen algunos beneficios sobre los de carácter temporal. Entre las ventajas, podemos destacar que proporcionan unos ingresos estables sostenidos en el tiempo, a pesar de que prescindes de los factores de temporalidad, que son los que suelen traducirse en arrendamientos más elevados y beneficiosos, como, por ejemplo, los de la temporada alta. Por lo tanto, el propietario dispone de una renta fija que, sin embargo, suele ser un 30% inferior que en el caso anterior.
Del mismo modo, cuando realizas un contrato de alquiler de larga duración, también es cierto que estás exponiendo el inmueble a un mayor riesgo de sufrir daños debido al uso prolongado sin realizar supervisiones cada cierto tiempo, como sí que ocurre en el arrendamiento temporal.
Si bien es cierto que algunos inquilinos hacen mal uso del inmueble o realizan reformas sin permiso e incluso dejan desperfectos importantes, el uso habitual de la propiedad ya, de por sí, puede producir daños por desgaste. Estos daños que se derivan del uso normal de una vivienda no se consideran desperfectos, pero pueden obligarte, como propietario, a tener que realizar reformas al finalizar el contrato, antes de volver a poner el inmueble en alquiler y tener que invertir grandes cantidades de dinero en mantenimiento y reparaciones.
Por último, podemos decir que, frente al arrendamiento temporal, como propietario, no puedes disponer de tu inmueble durante los años especificados en la duración del contrato o si el inquilino quiere romper el contrato y marcharse antes de finalizarlo. Sin embargo, como ventaja, el arrendador no tiene que estar buscando un inquilino cada cierto tiempo para seguir sacando provecho a su inmueble y, al mismo tiempo, recibe ingresos fijos y sostenidos en el tiempo.
¿Qué es mejor, un contrato de alquiler temporal o de larga duración?
Como hemos comentado, ninguna de las dos opciones de contratos de alquiler es mejor que la otra, sino que depende del uso que quieras darle a tu inmueble y cuáles sean las mejores condiciones dependiendo de tu situación. Por ejemplo, si quieres sacar una mayor rentabilidad a tu vivienda unos meses y disponer de ella durante otras temporadas, el contrato de alquiler temporal puede ser la mejor opción para ti. Sin embargo, si quieres obtener unos ingresos fijos y sostenidos en el tiempo sin tener que preocuparte en buscar un nuevo inquilino cada poco tiempo, el contrato de arrendamiento temporal puede ser lo que vas buscando.