El mundo del deporte se ha convertido en una importante industria económica. Nació como una manera de practicar actividad física, pero ese punto de rivalidad y su consolidación entre las clases populares lo han convertido en todo un fenómeno de masas. No es de extrañar, pues, que se hayan ido creando a su alrededor pequeños puntos de negocio como pueden ser en la actualidad el merchandising o el turismo deportivo.
Uno de los primeros negocios externos a los clubes que se pudieron ver en diferentes disciplinas fueron los pronósticos deportivos. Estas casas de apuestas han cambiado respeto a entonces, migradas en su mayoría al entorno digital. Abriendo nuevas posibilidades a los usuarios como los bono sin depósito, aquellas previsiones que no requieren de un desembolso inicial, o las distintas promociones.
Ahora, una de las vías en las que muchos equipos han puesto el ojo como otro activo explotable son los estadios, esos grandes recintos que muchas veces pagan la falta de actividad y que presentan infinidad de posibilidades. Por ese motivo, ya desde hace unos años, estamos viendo ejemplos de lugares emblemáticos para el deporte que ya no solamente se ocupan para un partido o un concierto, sino que buscan una actividad diaria y no puntual.
Salir del “día de partido”
Los estadios, independientemente de la disciplina que acojan, fueron creados en un principio para agrupar a los deportistas y a sus aficionados en día de partido. Como es normal, no puede haber una actividad de este tipo día tras día. Y, es por eso que, desde hace ya unos años, el objetivo de muchos propietarios de recintos ha sido alejarse del matchday o, como popularmente se conoce, “día de partido”, y acoger otras actividades que también den rédito económico.
Una de las formas de explotación que llegan desde Estados Unidos ha sido convertir el día del evento en toda una jornada festiva, nada de ir al campo un par de horas e irse al terminar. El objetivo de muchos clubes de la NFL, por ejemplo, es que las familias y los grupos de amigos pasen todo el día en sus instalaciones, realizando varios tipos de actividades además de la visualización del encuentro. Una especie de parque temático adaptado al deporte.
No es ninguna novedad ver, de vez en cuando, conciertos en el césped o en los pabellones. Es una actividad clásica y muchos clubes han querido ir más allá proponiendo a empresas y aficionados la posibilidad de alquilar el recinto para ferias, congresos y reuniones como podrían ser bodas y otro tipo de ceremonias. Hay, incluso, algunos estadios que prevén incorporar espacios de trabajos y oficinas para compañías externas.
La hostelería y la restauración es otra de las salidas que ya se contemplan, además de los habituales e históricos museos. Hay proyectos de estadios en Europa de primer nivel que prevén la incorporación no solamente de restaurantes de alto copete cerca del terreno de juego, sino también de hoteles y centros comerciales dentro del recinto.
Europa, a por el modelo americano
El deporte rey en Europa, el fútbol, quiere seguir los modelos de explotación de los estadios propios del fútbol americano. La cultura de vivir un evento deportivo es distinta, y cada vez se insiste más en la pausa y el disfrutar de toda la jornada. Uno de los clubes que más firme han apostado por ese cambio de mentalidad es el Tottenham Hotspur inglés, con un nuevo estadio de más de mil millones de libras que cuenta, a modo de curiosidad, con una fábrica de cerveza en su interior.
En España, los ejemplos son el Real Madrid y el FC Barcelona, que tienen entre ceja y ceja darle un impulso a sus históricos Santiago Bernabéu y Camp Nou. Quieren crear nuevos recintos, con más posibilidades y que permitan la explotación de sus campos muchos días más que los veinticinco encuentros aproximadamente que disputan como locales. Se calcula que es la vía de ingresos en estos momentos que más puede crecer, quieren seguir ocupando las primeras posiciones de los mejores estadios del mundo y no quedarse atrás.